Tu “yo” del pasado no era tonto. Y tu “yo” del futuro no será un superhéroe.

A veces me descubro recordando decisiones que tomé hace años y pensando: «¿En qué estaba pensando? ¿Cómo pude hacerlo así?» O, al revés, me viene a la cabeza un momento brillante, un logro especial, y pienso: «No sé si hoy sería capaz de hacer algo así.»

¿Te suena?

Hay algo que he aprendido con el tiempo —y también a base de equivocarme mucho—: la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos a lo largo del tiempo importa. Y mucho.

No me refiero a cómo nos vemos hoy. Me refiero a cómo miramos a nuestro yo del pasado y cómo imaginamos a nuestro yo del futuro.

Y si te soy sincera, muchas veces no somos nada justos.

🧩 Esa versión de ti… también eras tú

¿Te ha pasado alguna vez mirar hacia atrás y sentir vergüenza de algo que dijiste o hiciste?

A mí sí. Y no una sola vez.

Lo curioso es que, cuando eso ocurre, solemos hablar de aquel momento como si lo hubiera protagonizado otra persona. Como si ese “yo del pasado” fuera un completo desconocido. Y claro, desde el presente —con más experiencia, más perspectiva, otra sensibilidad— es muy fácil juzgar.

Pero hay algo importante que a menudo olvidamos:

👉 Ese “yo” del pasado no tenía lo que tú tienes hoy.
👉 No sabía lo que tú sabes ahora.
👉 No sentía lo que tú sientes en este momento.

Actuó con la información que tenía, con sus recursos limitados, con sus miedos y su contexto. ¿Se equivocó? Es probable. ¿Podría haberlo hecho mejor? Tal vez. Pero odiarlo por ello, en realidad, es injusto.

Y créeme: eso no ayuda a avanzar. Lo que ayuda es comprender. Aprender. Hacer una retrospectiva sincera, objetiva y compasiva.

✨ Cuando idealizamos al «yo» del pasado

Y el fenómeno se repite, pero al revés, cuando recordamos momentos de éxito.

De repente, vemos a esa versión de nosotros como alguien brillante, talentoso, seguro. Y pensamos: «No sé si ahora sería capaz de hacer algo así otra vez…», «Antes estaba más inspirado. Ahora ya no soy el mismo.»

Y otra vez: tratamos a ese «yo» como si fuera una persona distinta. Como si nosotros, hoy, fuéramos una copia peor.

Nada más lejos de la realidad.

Sí, has cambiado. Claro que sí. Pero eso no significa que hayas empeorado. Simplemente, estás en otro lugar. Con otras prioridades. Otros retos. Otros aprendizajes por hacer.

No se trata de replicar todo lo que fuiste. Se trata de seguir creciendo. De encontrar nuevas formas de prosperar.

🦸 El futuro no está escrito… y tampoco tiene superpoderes

Luego está el otro lado del espejo: el yo del futuro.

Ese que a veces imaginamos como un ser extraordinario que logrará todo lo que hoy no podemos enfrentar, … o, al contrario, como alguien incapaz, lo que nos frena a avanzar en el presente.

Le dejamos tareas como:
✔ Cambiar de trabajo.
✔ Empezar a cuidarse.
✔ Tener esa conversación incómoda.
✔ O, simplemente, ser feliz de una vez por todas.

Y aunque es bueno tener metas, hay un riesgo en imaginar al «yo del futuro» como una especie de héroe que todo lo resolverá.

📌 Porque, … será simplemente tú, con otras vivencias, emociones y herramientas. Pero tú.

O por lo contrario, lo imagina fracasando:

❌ No estando a la altura de un nuevo trabajo.
❌ Empezando a cuidarse… solo para abandonarlo al poco tiempo.
❌ Gestionando fatal esa conversación incómoda.
❌ O, simplemente, siendo incapaz de ser feliz.

⚠️Idealizarlo demasiado nos puede llevar a procrastinar hoy. Y menospreciarlo, puede llenarnos de miedo y paralizarnos.

🤝 Mi consejo: Haz las paces con todos tus “yo”

Vas a convivir toda la vida contigo, así que es importante estar en paz con tu pasado, tu presente y tu futuro.

Puedes intentar lo siguiente:

🔸 Mira a tu “yo” del pasado con comprensión, como mirarías a un buen amigo. Y en vez de castigarte por errores pasados, intenta verlos como parte de tu historia.
🔸 Mira a tu “yo” del futuro con confianza, sin endiosarlo ni cargarlo de miedo. Y en lugar de dejarle toda la responsabilidad, empieza a ayudarlo desde el presente.
🔸 Y mírate a ti, aquí y ahora, con cariño. Celebra lo que eres hoy y anímate a progresar.

Sé compasivo contigo mismo y quiérete mucho, siempre. Te sentirás mejor. Más en paz. Más centrado. Más capaz.

💬 Y tu “yo” presente, ¿qué opina? 

¿Cómo te hablas a ti mismo cuando piensas en tu pasado o en tu futuro?
¿Eres de los que se castigan… o de los que se animan?
Te leo en los comentarios. 👇

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *