Los que me conocen saben que tengo un carácter muy agradable y cordial, pero también tengo temperamento. Y aunque ahora sé controlarlo, no siempre fue así. ¿La clave? La comunicación no violenta.
De pequeña y adolescente llegaba un momento en que explotaba y decía verdades mal dichas. Verdades que herían a la gente y que luego me hacían sentir muy mal. Para controlarme, lo primero que hice fue aprender a callar. Fue un avance, dejé de herir a las personas, pero con el tiempo me di cuenta de que no podía solo callarme, tenía que aprender a expresarme sin herir a nadie. Y ahí es donde entra la Comunicación No Violenta (CNV): una forma de hablar que no solo evita conflictos, sino que mejora nuestras relaciones y nos hace más efectivos.
El error más común al comunicarnos
A veces creemos que estamos siendo claros, pero sin darnos cuenta usamos un tono o unas palabras que suenan agresivas. Te muestro unos ejemplos:
❌ «Siempre interrumpes en las reuniones, parece que no te importa lo que dicen los demás.»
✅ «Me cuesta expresar mis ideas cuando me interrumpen, ¿podemos intentar darnos turnos para hablar?»
❌ «No me escuchas nunca.»
✅ «Cuando hablo y no veo reacción por tu parte, siento que no me estás escuchando. ¿Podrías decirme si estás de acuerdo o qué piensas?»
La diferencia entre ambas versiones es enorme. En el primer caso, ponemos el foco en lo que hace mal la otra persona. Además, estamos generalizando y hasta suponiendo el porqué lo hace. El protagonista de nuestro mensaje es el otro. En el segundo, hablamos desde nuestra experiencia, expresando cómo nos sentimos y proponiendo una solución. Así, en lugar de generar resistencia, abrimos espacio para el diálogo. El protagonista de nuestro mensaje somos nosotros.
En el primer caso, ponemos el foco en lo que hace mal la otra persona. En el segundo, hablamos desde nuestra experiencia, expresando cómo nos sentimos y proponiendo una solución. Así, en lugar de generar resistencia, abrimos espacio para el diálogo
La Comunicación No Violenta no trata de ser más «blandos», sino de ser más conscientes de cómo nos comunicamos. No se trata de reaccionar impulsivamente o soltar palabras hirientes, sino de expresarnos desde un lugar de claridad y honestidad, sin culpar ni atacar.
🔴 Violento: «Alberto es un vago que siempre entrega tarde su trabajo y luego me toca pringar a mí.»
🟢 No violento: «Alberto entrega tarde su trabajo y eso me obliga a hacer un sobreesfuerzo para llegar a la fecha de entrega.»
En el segundo caso, se describe una situación objetiva, sin culpar ni etiquetar. Y esto cambia por completo la conversación.
Los 4 pasos de la Comunicación No Violenta
Marshall Rosenberg, creador de este enfoque, propuso cuatro pasos sencillos para comunicarnos mejor:
🔎 1. Observación (sin juicios)
Primero, examinamos lo que está sucediendo sin juicios ni interpretaciones. Es decir, describimos la situación de manera objetiva, como si fuéramos narradores neutrales de lo que pasa.
❌ «Siempre llegas tarde.»
✅ «Hoy llegaste 20 minutos tarde a la reunión.»
❤️ 2. Sentimientos (conectar con la emoción real)
Luego, expresamos lo que sentimos en respuesta a lo que observamos. Aquí es clave conectar con nuestras emociones genuinas y no culpar a la otra persona.
❌ «Me fastidias cuando llegas tarde.»
✅ «Me siento frustrado porque me preocupa el tiempo que tenemos para trabajar.»
🎯 3. Necesidades (identificar lo que realmente te afecta)
Aquí viene la parte esencial: identificar qué necesitamos. Las emociones que sentimos están ligadas a nuestras necesidades, y ser claros con ellas nos ayuda a entendernos mejor.
❌ «Eres un irresponsable.»
✅ «Necesitamos que todos respetemos el tiempo acordado para trabajar mejor.»
📢 4. Petición (clara y realista, no una exigencia)
Finalmente, hacemos una petición clara y realista, en lugar de exigir. Se trata de pedir lo que necesitamos, sin imponer, dejando espacio para el diálogo.
❌ «Deja de llegar tarde.»
✅ «¿Podrías avisar si vas a llegar tarde o buscar una hora que funcione mejor para todos?»
Dónde aplicar la Comunicación No Violenta
La Comunicación No Violenta no es solo útil en reuniones de trabajo. También ayuda en conversaciones cotidianas con amigos, pareja, familia e incluso desconocidos.
📍 En el trabajo – Cuando damos feedback a un compañero o gestionamos un desacuerdo en equipo.
📍 En la familia – Cuando negociamos tareas del hogar o explicamos cómo nos sentimos sin discutir.
📍 Con amigos – Cuando aclaramos un malentendido sin que escale a una pelea innecesaria.
Cuando la CNV se vuelve parte de tu forma de expresarte, ya no tienes que pensar en cómo formular las frases: tu cerebro lo hace de manera natural. Los hechos objetivos y el tono neutral se vuelven tu forma habitual de comunicarte.
La clave: comunicar para entender, no para ganar
Lo importante no es ganar la discusión, sino encontrar soluciones que realmente funcionen. La Comunicación No Violenta nos permite gestionar conflictos sin empeorar las relaciones y evitar malentendidos que solo generan más tensión.